La ley de Dios es libertad -Julio 2021

El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me envió a traer buenas nuevas a los pobres.
Lucas 4:18

Mis hermanas y hermanos en Cristo:

¿A quién nos envió Cristo para llevar la buena noticia a los pobres? ¿Nuestra familia inmediata? ¿Nuestra familia extendida? ¿Los que están sin hogar? ¿Los que tienen hambre? ¿Nuestros socios comerciales? ¿Nuestros feligreses? ¿Los que están enfermos?

Les pido que reflexionen sobre esto al entrar en este mes de julio y reunirnos como comunidad de fe alabando a Dios por nuestra libertad. Cómo respondemos a mi primera pregunta es revelador en cómo percibimos la libertad que recibimos de Dios.

El Santo Papa Juan Pablo II dijo al hablar de los Diez Mandamientos: “Hoy como siempre, las Diez Palabras de la Ley brindan la única base verdadera para la vida de las personas, las sociedades y las naciones. Hoy como siempre, son el único futuro de la familia humana. Salvan al hombre de la fuerza destructiva del egoísmo, el odio y la falsedad.

Señalan todos los falsos dioses que lo arrastran a la esclavitud: el amor a sí mismo con exclusión de Dios, la codicia de poder y de placer que trastorna el orden de la justicia y degrada nuestra dignidad humana y la del prójimo. Si nos alejamos de estos falsos ídolos y seguimos al Dios que libera a Su pueblo y permanece siempre con ellos, ¡entonces saldremos resplandecientes con la luz de Dios!”.

Somos gente social, comunal. Participamos de la propia naturaleza trina de Dios porque fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Así como Dios es entendido como una comunidad de personas en relación unas con otras, así nosotros somos una comunidad de personas en relación unas con otras.

En esta comunidad desarrollamos auténtica libertad y florecimiento. Sí, nos beneficiamos del avance de la modernidad. Solo tenemos que recordar la vacuna desarrollada inmediatamente para COVID-19 para entender esto. Sin embargo, nuestro mundo moderno está llamado a beneficiarse de la sabiduría de la Iglesia. No es la Iglesia la que se rehace a causa del mundo moderno; pero el mundo moderno debe tomar la iniciativa de la Iglesia.

La Iglesia no es una estructura de edificios, vacía y cavernosa. La Iglesia es cada uno de ustedes, la comunidad de fe, que llena la tierra y recibe a Cristo en la Eucaristía para convertirse en Cristo en el mundo moderno. Son ustedes quienes entregan la libertad de Dios dentro de nuestro diario vivir.

Esta es una responsabilidad impresionante. Debemos prepararnos. No es escuchar a la prensa secular; significa leer documentos básicos y orar y reflexionar sobre ellos. Esta responsabilidad nos llama a no ser “de derecha” o “de izquierda”, “liberales” o “conservadores”, sino de Dios, para Dios. Nuestra responsabilidad es construir un mundo de respeto por la vida y la dignidad humana, donde prevalezca la justicia y la Paz de Dios, su don del perdón.

En el decimocuarto domingo del tiempo ordinario, escuchamos proclamar que Jesús de Nazaret (Marcos 6) es rechazado; ¡a veces somos más débiles en presencia de nuestra propia familia! Sin embargo, como señala San Pablo (2 Corintios 12), incluso en medio de nuestra propia pecaminosidad, tenemos motivos para jactarnos de la libertad que recibimos a través del amor y la plenitud del poder de Cristo. Cuando hablen entre ustedes, no menosprecien ni critiquen. Hable con palabras de oración y alegría. Conoce el sabor de la verdadera libertad y regocíjate.

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