Remover la Piedra – Marzo 2021

¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande.
Marcos 16: 3, 4

Hermanas y Hermanos en Cristo,

El año pasado durante Viernes Santo, nuestro Santo Padre nos dio su saludo en la oscuridad de la noche. Fue un profundo encuentro con Él, en el cual mientras permanecía de pie, sólo en la calle -aislado- como una figura solitaria, hizo una reverencia luego de rezar y besó tiernamente los pies de Jesús en la Cruz. La imagen de la Cruz iluminó la noche y sacó a relucir la luz de Cristo. El encuentro fue profundo para mí porque visualmente reflejó el aislamiento que yo estaba sintiendo por nuestros sacerdotes, nuestras hermanas religiosas, y ustedes, el santo pueblo de Dios.

Luego de esta época de la Cuaresma y de conmemorar un poco más de un año del inicio de la pandemia, yo reflexiono en las palabras de San Marcos, “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” Pienso en estas palabras y en el año que pasó, en el cual ustedes y yo hemos sentido la impotencia de tener la presión de aquella piedra sobre nosotros; la piedra del sufrimiento o de una pérdida; el peso del aislamiento; la dificultad de que las cosas no se den como queremos; o del sinnúmero de fracturas que nuestros errores crearon. El desconcierto pesando en nuestros corazones mientras que se desenvolvía nuestro diario vivir no era causado por una vida diaria de oración; más bien por nuestro abandono a Dios en el que permitimos que el miedo reemplace la esperanza de vida prometida por la Resurrección.

Nos identificamos con aquellas mujeres que llegaron al sepulcro. Así como nosotros, ellas pudieron haberse sentido fatigadas por la incertidumbre. Ellas pudieron haberse olvidado de cómo fijarse en las maravillas de Dios en el mundo.  Ellas vieron la crucifixión de Cristo, pero fallaron en reconocer el regalo cabal de amor divino que vive dentro de cada uno de nosotros. El Papa Francisco dijo en su homilía del sábado Santo el 11 de abril del 2020 “Pero en esta situación las mujeres no se quedaron paralizadas, no cedieron a las fuerzas oscuras de la lamentación y del remordimiento, no se encerraron en el pesimismo, no huyeron de la realidad… La Pascua, es la fiesta de la remoción de las piedras” El Papa Francisco continúa diciendo: “La historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la ‘piedra viva’, Jesús resucitado.”

¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? ¿Qué notamos acerca de la tumba cuando entramos? Está vacía sin el cuerpo. Pero ese vacío está completamente lleno de vida eterna. Esto es lo que buscamos a través de Cristo, con Cristo y en Cristo. No queremos permitir que la piedra le cierre nuestros corazones a Dios. Queremos remover esa piedra para que así podamos llenarnos de ese vacío: del cáliz de Cristo. La piedra dentro de cada uno de nosotros divide el tiempo entre escoger a Dios o abandonar a Dios. Para los cristianos que habitan en el mundo, la piedra divide al tiempo antes de Cristo y después de Cristo.

Con todos nuestros corazones, con todo nuestro ser, con toda nuestra fuerza y con toda nuestra mente removemos esa piedra y recibimos la Eucaristía, el convenio de Amor Divino. Solo existe Uno quien habita dentro del sepulcro de nuestras almas: Cristo, quien está vivo; la gloria de la resurrección de Jesús. En nuestra acción de remover la piedra, ¿vamos a tomar un descanso solo porque la piedra “era muy grande”? No. Recibimos su Presencia y salimos a decirles a otros que lo veremos a Él. Él se encuentra ante nosotros. Él está junto a nosotros.

Que nuestras aleluyas durante esta época de cuaresma no estén vacías, pero llenas del amor de Dios para que declaremos la obra del Señor.

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